La Única Oración que el Hombre Necesita Ofrecer al Padre

 

YO ESTOY AQUÍ.  Jesús.  
Deseo expresar sólo unas cuantas palabras para el beneficio tanto tuyo, como de tu amigo*, y es que, he escuchado la conversación entre ustedes esta noche, y encuentro que coincide con la verdad; y la influencia del Espíritu está con los dos. 

Continúen en su línea de pensamiento y en oración al Padre, y además, en dar a conocer a otros, siempre que se presente la oportunidad, la importancia de buscar y obtener el Amor Divino. 

Como dijo tu amigo, la única oración necesaria, es la oración para el influjo de este Amor;  toda otra forma, u oraciones de aspiraciones reales, son secundarias, y, por sí mismas, no tienden a producir este amor en las almas de los hombres. 
Que tu oración sea como a continuación: - 
                    

 
 
LA ORACIÓN
 
Padre Nuestro que Estáis En El Cielo, Nosotros Reconocemos
Que Vos sois todo Divino, cariñoso y misericordioso, y que somos Vuestros
hijos, y no las criaturas serviles, pecaminosas y depravadas, que nuestros             
falsos maestros desean hacernos creer.
 
Que somos lo más grande de Vuestra creación y la más maravillosa de todas
Vuestras obras, y objetos del amor de Vuestra gran alma y más tierno amparo.
 
Que Vuestra voluntad es, que seamos Uno con Vos y que participemos de
Vuestro gran amor que nos habéis otorgado, mediante Vuestra misericordia
y deseo que seamos, en verdad, Vuestros hijos por amor, y no por el
sacrificio y muerte de ninguna de Vuestras criaturas.
 
Oramos para que Abráis nuestras almas al influjo de Vuestro amor y que,
entonces venga Vuestro Espíritu Santo, para traer a nuestras almas este,                    
Vuestro amor, en gran abundancia, hasta que nuestras almas se transformen
en Vuestra esencia misma; y que tengamos fe—tal fe, que nos haga
comprender que somos verdaderamente Vuestros hijos y Uno Vos en substancia   
misma, y no en imagen solamente.
 
Dadnos tal fe, que nos haga comprender, que Vos sois nuestro Padre y el
otorgador de todo don bueno y perfecto; y que sólo nosotros mismos
podemos impedir que Vuestro amor nos transforme de lo mortal, a lo inmortal.
 
No permitáis, jamás, que olvidemos que Vuestro amor espera a todos, y a cada
uno de nosotros, y que, cuando acudimos a Vos con fe y aspiraciones
sinceras, Vuestro amor jamás nos será negado.
 
Guardadnos en la sombra de Vuestro amor a toda hora y momento de nuestras
vidas, y ayudadnos a vencer toda tentación carnal y la influencia de
los poderes de los malvados que, tan constantemente, nos rodean y tratan de
desviar nuestros pensamientos de Vos, hacia los placeres y tentaciones de este mundo.
 
Damos gracias a Vos por Vuestro amor y el privilegio de recibirlo,
y nosotros creemos que Vos sois nuestro Padre, el Padre bondadoso, quien
nos sonríe en nuestras debilidades y siempre dispuesto a ayudarnos y a   
recibirnos en Vuestros brazos de amor.
 
Oramos, así, con toda la sinceridad y anhelo de nuestras almas, y,
confiando en Vuestro amor, damos a Vos toda la gloria y honor
y amor que nuestras almas finitas pueden dar.


 
Ésta es la única oración que los hombres necesitan ofrecer al Padre.  Es la única que apela al amor del Padre, y con la respuesta, que con seguridad vendrá, también vendrán todas las bendiciones que los hombres puedan necesitar, y que el Padre considere son para el bien de Sus criaturas. 
 
Tengo una estupenda conexión contigo esta noche, y veo que el amor del Padre está con ustedes, y que sus almas ansían más. 
Así pues, mis hermanos, continúen orando y teniendo fe, y finalmente vendrá un otorgamiento del amor, como aquél que vino a los apóstoles en Pentecostés. 
 
Ya no escribiré más por ahora. 
Al despedirme, les dejo mi amor y bendiciones, y la seguridad de que oro al Padre por su felicidad y amor. 

 

Buenas noches. 
Su hermano y amigo,
JESÚS

*  Amigo, L. R. Stone.